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lunes, 18 de febrero de 2013

Jesús quiere usarte a tí parte 2 - Pastor Cash Luna

Todos hemos pasado por ese tiempo, pero los tiempos de formación hay que aprovecharlos. Vas a poder salir de un tiempo de prueba a medida que entiendas que Dios eso lo va a tornar para bien. Hace poco tiempo, me tocaba darle esta lección a mi hija pequeña. Fue a un lugar, empezó a trabajar, le fue bien, pero luego, le ofrecieron otro trabajo en otra parte. A ella le gustaba donde estaba, así que no aceptó la oferta. Que si al final de año, le dijeron adiós. Ella lloraba; era tiempo de formación, de prueba. Le dijimos: “Le quedan dos cosas: Se queda lamentándose, o entiende que es hija de Dios, y que El va a tornar todo para bien. Lo que en su vida va a suceder será mejor que lo que vendrá”. A las dos horas la llamé y me dijo: “¡Estoy lista!”. Dios todo lo va a tornar para bien. Quiero motivarte que cualquier situación que tengas en tu vida, Dios la va a tornar en mejores. Vamos a seguir con la enseñanza que continúa. Vamos al verso 35.

Cuando ya era muy avanzada la hora, los discípulos se acercaron a Jesús, le dijeron que la hora ya estaba avanzada. De los cinco mil hombres, el 80% eran casados; había 9 mil personas, de esas parejas, digamos que tenían tres hijos cada uno. Eran aproximadamente 21 personas en ese lugar. Dígame si no era suficiente razón de los discípulos para preocuparse por eso. ¿Qué iban a comer? Muy bien planteada la situación; vienen los discípulos y preguntan: “¿Qué haremos con ellos? Sería muy bueno que los despidieras, pues no tienen qué comer”. Viene Jesús y les dice: “Denles de comer…”. Les acababa de decir que fueran, les predicaran, que no llevaran ni alforja, nada… los agarró desprevenidos, no llevaban las cosas, y ahora les dice que les den de comer. Se han de haber volteado a ver como diciendo cómo hacemos para darles de comer. El pueblo más cercano estaba a kilómetros. ¿Cómo habrán estado los discípulos en ese momento? Locos y sin ideas. ¿Qué podían responder? Que vayamos y compremos pan y les demos de comer. Dice que Jesús se lo dijo a Felipe para probarlo. Y el le dijo: “Ni doscientos denarios de pan nos alcanzarían. No tenían para comprar el pan”.

Jesús ya sabía hacia donde iban las cosas. El les dice: ¿Cuántos panes tienen? Vayan y vean. Jesús pensó: “Ya les enseñé lo que es actitud, ahora veamos la fe”. Pero no tenían. Imagínese lo que se estaba generando en ellos, era un choque entre lo que tu mente natural tiene, y el lugar donde Jesús te quiere llevar en fe para hacer cosas que tu mente no puede entender. Porque normalmente no logramos recibir las bendiciones de Dios, todas las bendiciones que Jesús nos tiene preparadas porque nuestra mente natural no nos permite entender lo que está sucediendo. Porque anteponemos lo que nuestra mente dice. ¿Cuántas veces no te ha dicho Jesús “te voy a prosperar”? Y tú dices: “¿cuándo si siempre me ha ido mal a mí?”. O te ha dicho: “Voy a hacer crecer tu negocio… Te voy a dar una buena mujer…”. ¿Cuántas veces Dios te ha dicho que va hacer cosas que tu mente de verdad no entiende?

Dice el libro de Juan que ellos salieron y vieron en la multitud que había. Encontraron cinco panes de cebada y tres peces. Se presentaron con eso. Tenían o no tenían, no importa, la cuestión es que el recurso que tenían a mano era ese. Y eso era lo primero que Jesús les quería enseñar. Alguien se acuerda de la viuda que quedó bien endeudada, le iban a quitar hasta a los hijos. Viene el profeta y le dice: “¿Qué tienes en tu casa?”. Ella dijo: “Tengo unas vasijas para guardar aceite”. Fue a traer las vasijas y todas las de los amigos, las llenó de aceite, las vendió y logró salir de todo. Pero ahí hubo un choque donde la mente dice “no es posible,” y ella dio las vasijas. Con los discípulos fue lo mismo, trajeron lo que tenían y Jesús les dijo que hicieran recostar a todos por grupos de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. Normalmente, Dios te va a llevar a un nivel que va a retar tu fe, en el cual le crees o te quedaste. Después les ordenó: Póngalos de cien en cien y de cincuenta en cincuenta. Y ellos obedecieron.

Dice la historia que Jesús tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, bendijo los panes y los peces. Partió los panes y ¿a quién se los dio? ¿Para qué? Aquí está lo que a mí me sorprende lo que Jesús hace. Es fácil ver a otros salir adelante, hacer milagros. La cuestión es cuando te toca hacer milagros. El hubiera podido tener a toda la gente y decir: “Háganse los panes”. Jesús pone en las manos de los apóstoles e iban los discípulos delante de la gente, partían el pan, y tenían otro pan. Era ver cómo las cosas se podían arreglar cuando hay una disposición. Recuerdo hace unos años que se me acercó mi esposa y me dijo: “Fíjate que tengo la chequera y hemos estado girando, y no me cuadran los ingresos con los egresos; ahora no tenía que tener dinero, y tengo”. ¿Qué quedaba ahí pensar? Se equivocaron los del banco. Entonces le dije: “Dios quiere bendecirnos”. Dios usa la obediencia y la disponibilidad de tu corazón para bendecirte. Eso era lo que el Señor le quería enseñar. Entonces, los discípulos han de haber estado locos.

No sé si usted tendrá necesidades, escasez o en el negocio la situación está complicada, pero Dios es real. A mí por el trabajo en la iglesia, soy el director del CIEM. Me pasa algo raro en la empresa, soy real. A mí por el trabajo en la iglesia, soy el director del CIEM. Me pasa algo raro en la empresa, soy ingeniero industrial y tengo una fábrica de textiles, pero mi mamá me enseñó que debo cuidar los negocios de mi Padre, mientras El ve los míos. Yo me voy tranquilo a predicar cuando el Señor me manda, pues sé que El se encargará. Pero, ¿qué es lo que vas a tener que hacer? Creer. Aprendí una cosa en mi vida, la obediencia antecede la fe. Si no tiene fe para hacerlo, pues no tenga fe para hacer nada, pero obedezca. Créalo, fue tal la multiplicación que las 22 mil personas comieron, se saciaron, recogieron doce cestas de lo que les sobró de los peces. Quiero motivarte en esta noche a que tú le creas a Dios. El límite para tus bendiciones es El. A veces el problema es que mientras más razonamos, menos recibimos, porque creemos que Jesús es igual que nosotros, limitado, pero El es Dios. Obedécele al Señor, créele, que en tu corazón haya compasión por la gente, eso significa amor por las obras. Hay que hacer discípulos. El límite para recibir las bendiciones es tu disposición a creerle. No fue la cantidad de los denarios que se gastó o que se hubiera gastado en comprar los peces. Lo que impactó la vida de los discípulos es ese poder sobrenatural.