1.
Cuando
se comprende la santidad de Dios, es decir, su separación del pecado y su
constante oposición a él, la reacción normal del espíritu humano es temerle.
Apocalipsis 15:4 “¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú
eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus
juicios se han manifestado.”
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