Muchas personas son conducidas por el resentimiento y el enojo. Se aferran a sus heridas y nunca logran superarlas. En lugar de librarse del dolor que sienten por medio del perdón, lo repiten una y otra vez en sus imaginaciones. Algunas personas que son conducidas por el resentimiento se "cierran" e internalizan su enojo, mientras que otras se "inflan" y explotan cuando están con otros. Ambas reacciones son nocivas e inútiles.
El resentimiento siempre lo daña a usted más que a la persona que resiente. Mientras que el que lo ofendió probablemente olvidó la ofensa y siguió con su vida, usted continúa ardiendo en su dolor, perpetuando el pasado.
Escuche: los que lo han herido en el pasado no pueden continuar hiriéndolo en el presente a menos que se aferre al dolor a través del resentimiento. ¡Su pasado ya pasó! Nada lo puede cambiar. Sólo se está haciendo daño a usted mismo con su amargura. Por su propio bien, aprenda de su herida y déjela ir. La Biblia dice, "Preocuparse hasta el extremo por el resentimiento es hacer algo tonto y sin sentido." 3
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